y mientras todo el tanto


todavía quedan restos de humedad



Hay un montón de ropa sobre mi cama, y yo arrojo el humo de las bocanadas de tabaco sobre ella. Se deshace, gris, sobre la tela. Así son los sueños contra el mundo, éter contra el aire.

Las cosas raras se disuelven en su pequeña grandeza de ser diferentes. Lo que difiere entre distancia y grandeza es sólo una mera cuestión de espacio. Despacio, también, escribo todo esto, sentada en una pequeña tarima para las horas más vivas, encendidas, en ceniza, posadas azules sobre mi cigarro.

Pensando a voces, hablando a susurros, corriendo despacio, sin sentido, como todo lo raro que se moja de grandeza. Así las cosas le devuelven el furor al pensamiento, al renacer de su propio extravío.

¿Volverá? Quién sabe, el tiempo traerá de vuelta las cosas que hoy sangran para curar sus heridas en el aire; ese aire que también deshace los sueños contra el tiempo. Mientras tanto lanzo el humo contra la ropa de ayer. Un día más pasa en la ciudad de abismos y grietas.



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