EL MAL

Andando por el oscuro bosque de los hombres y mujeres
-enjambre de mentes vibratorias, deseos cruzados como telarañas-
yo me pregunto adónde van sus sueños
o si son los zapatos que los guían
de los sueños, sus puñales.

Contemplo escondida entre ramas
almas que lastran sus memorias
ya nadie sabe adónde.

Yo me pregunto la maleza.

La maleza que habita las tinieblas de los corazones que no aman,
esas estrechas
ramas secas que se aferran a las casas como murciélagos heridos que no quieren morir,
pero que no baten sus alas.
Me pregunto cómo aún crecen flores sobre prados calcinados por las bombas de otra época.
Me pregunto
el porqué de esas lunas oscuras que iluminan las cunetas con muertos de nombres borrados
por no levantar la arena que les sepulta en la memoria.

Yo me pregunto la voz interna, que como un niño, canta en la cabeza de los hombres
que alzan la violencia como una estela roja,
manchan el cielo con sangre,
cambian sangre por oro,
oro por otros hombres
hombres que crean sobre el bosque un camino de sangre.

Quizá al llegar al fondo de la maleza averigüe lo temido: que almas siguen lastrando sus memorias
ya nadie sabe adónde,
que en los corazones de tantos mujeres y hombres
siguen creciendo telarañas de tinieblas,
que otros humanos como lobos cazan como fines otros hombres,
que moribundos sueños oscuros siguen andando, a ciegas, aunque no quede camino.

Pero espero encontrar flores,
dignas, alzándose al sol
en los claros que aún queden de pureza.



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