OLAS DE FUEGO

No nos entiende casi nadie: hablo de nosotros, los perdidos,
los que sabemos qué queremos pero no exactamente cómo conseguirlo.

Rodeados de amigos entre tanta gente,
a veces solos tras el telón de acero de la pura
realidad, brillando desde el cielo los soles verdes
del verano: yo también he bebido miles de litros,
yo también he llorado en esquinas y soñado que lo tenía
todo.

Aunque quieran detenernos no pueden: ni políticos,
ni maderos,
ni los reyes del mundo
ni los dioses del Olimpo.

Somos olas de fuego: los que hemos suspendido en el colegio para luego sacarlas todas con buena nota porque éramos en realidad capaces de todo,
los que hemos soñado millones de veces con mundos nuevos, los que hemos mirado a nuestro alrededor y no hemos entendido nada.

Yo estuve en la cumbre,
estuve también en el suelo: para tocar el Cielo
hay que estar en el Infierto: y varias noches,
no sólo una,
y hay que hablar con el Diablo para que te hable de la oscuridad del mundo
para luego volver a la ciudad y sentirte como Dios.


Mi límite no existe: el tiempo no puede frenarme,

lo sé,
que mientras tengamos sueños de oro
seremos en la eternidad inmortales.



Comentarios