JÚRAME QUE YA NO IMPORTA

Si estaba equivocada: eso ya no importa.

Si me equivoqué mil veces: eso seguro, puedo jurarlo,

recuerdo el columpio y los policías que te obligaron a bajar,
las confusiones,
lo mucho que cuesta ser feliz.

Jardines que esconden rosas con espinas que perforan la piel
y crean charcos cuando estás lejos.

Pasé por delante de aquella casa que me vio crecer
y un gato trepaba por el árbol del jardín: era como yo,
inconsciente,
incesante,
intrépido. O como el
tiempo:
imposible,
imparable,
imborrable,

nuestro: de nadie, lo sabes,
si me equivocaba sólo importa un poco y dentro de lo que cabe
ya no importa tanto como antes.

El tiempo, su viento de algodón de azúcar de las fiestas,
los gatos que trepan árboles,
los niños que crecen,
la incandescencia del metal que hace florecer el arte: ya no sé
si importa si quiera algo,
si los días me frenan o me hacen florecer,
si me han visto crecer las puertas que se han abierto,
si me han dicho adiós para siempre las manos arrugadas de la
niñez.

Recuerdo que éramos libres,
que me equivoqué,
que te equivocabas: que se equivocó el tiempo por meramente
existir, porque nos ha quitado
la inmortalidad.

Aún queda magia en la brevedad,

lo sabes,

si me equivocaba contigo

hoy ya no importa en esta isla de puertas y ventanas.

Recuerdo que los policías que te echaban
me cayeron mal desde el primer momento: frenaban un retorno breve
a la infancia, un impulso de vuelo;

frenaban con la mirada también
la cerveza Maho Cinco Estrellas
que sujetaba sedienta en mi mano.

Pasé de lejos por el pasado
y me acordé de ti,