LOS DÍAS QUE PASAN



Ojalá pudiese concentrar algunos días que viví
en figuras escuetas a las que adornar
según lo que ellos me proporcionaron: culpar al tiempo
de todos mis errores
y también de todos mis aciertos.

Culparle,
adornarle a merced de lo que merece,
a merced de lo que me hicieron creer
que me merecía.

Poner las figuras de los días en procesión sobre una mesa,
empujar una
y hacer que caigan en fila como fichas de dominó: sería una rápida
escena gráfica de la muerte,
la idea conceptual del paso del tiempo
y también la idea de lo inevitable.

Los días que pasan a veces
cabalgan
y otras veces
van peligrosamente lentos.

Peligro: esa es la llamada que ha colmado la caja de las figuras de los
días, de los días
que pasan, del tiempo que
vuela, de las horas que
matan.





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