eterna perpendicularidad



Podría decirse que existen tres maneras de vivir la vida con respecto a este mundo, tres maneras de forma esquemática de pasar por este planeta: uno puede ser (entendiendo la vida y el mundo en conjunto como una línea recta) lineal, de tal modo que una persona lineal sigue la línea de la vida, pasa por el mundo observando, conformándose con lo que toca, aceptando la realidad como un regalo o, en su defecto, como una desgracia que toca vivir inevitablemente; los lineales saben ver la realidad, aceptarla y verla maravillosa o terrible según toque, pero son objetivos. La segunda manera de ser es paralelo; las personas paralelas crean una realidad a parte de la existente en el espacio-tiempo debido a que la verdad les duele, espanta, asusta o, simplemente, no les agrada o desean encontrar otra; los paralelos crean mundos internos desde los que observan el real, miran por el otro lado del telescopio, y a menudo distorsionan la realidad del mundo en el que viven porque su mundo interno es mayor, más potente o demasiado diferente. La tercera forma es ser perpendicular; un perpendicular posee su mundo interno, pero conoce y afronta el real, de tal modo que siempre se choca contra él. Un perpendicular puede amar la realidad o temerla con todo su corazón, pero constantemente la pondrá en duda, cuestionará lo que le rodea, se chocará por ir a contracorriente y sufrirá por golpearse siempre con la línea del mundo.

Podemos también decir, para esquematizar el ya anterior esquema, que un empresario común es lineal, un escritor de libros de fantasía es paralelo y un médico sin fronteras es perpendicular. Por supuesto, todos somos las tres líneas alguna vez aunque nos caractericemos por ser una de ellas la mayor parte del tiempo o alternemos de dirección, y a su vez todos conformamos la única línea del mundo.




yo lo que soy es un triángulo; yo lo que soy es fusiforme
exploto contra el techo.

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