SELVA ARTIFICIAL



Las luces repetidas, unas sobre otras
desmayadas sobre los edificios
trazan el camino nocturno.

Un espeso humo gris emerge desde el conducto metálico
de la garganta de la carretera
y respiramos sus moléculas tóxicas al andar.

El calor de un pensamiento se congela en la salida del supermercado
donde hoy se venden cadáveres embolsados,
perfumes extraviados,
galletas plagadas de sustancias químicas E-X.

Como helechos de pegatina en un bloc
son los plataneros plantados a ambos lados de la calle
donde un joven grafitea su firma en rojo.

Ahora hay jazz en los locales
megahits los viernes
y pocos grillos cantándole a la noche; y qué brilla más,
qué alumbra más fuerte el corazón humano
tal vez
seguiré sin saberlo: si lo que hemos creado supera en esplendor
el brillo de la creación natural; si emociona más mirar un edificio de Foster
que un eucalipto en medio de la selva.

La naturaleza es sabia
pero no podemos negar la belleza de las calles
la magia del neón de carretera
el esplendor del cine
el buen uso de la tecnología.

Si dios es creador
somos dioses del artificio; pero poco a poco
vagabundas quedan sobre parcelas
las malashierbas creciendo en dirección al Sol,
enredaderas en las fachadas,
cactus del desierto
enfrentados al árbol de navidad de plástico
en el salón de una familia.



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