NACER



Mirando estas imágenes empecé a pensar, como es obvio, en la vida, ese ámbito de la existencia que tanto conozco pero que tan poco entiendo. Y fui a lo obvio, a percatarme casi instantáneamente de que los recién nacidos estaban siendo agarrados por las manos de los médicos; pero esas manos del equipo de natalidad del hospital no son simplemente un grupo de personas con el título de medicina: simbolizan algo más, todo esto va más lejos. Significa que desde que nacemos ya estamos siendo tocados por manos ajenas, ya estamos siendo condicionados por agentes externos. Los médicos empiezan la cadena: sus manos son buenas, pero una vez te sueltan a las manos de tu madre irás a otras, y a otras, y a otras. Vamos de mano en mano, de factor en factor, de lugar en lugar; y todo está contaminado de imagen, estereotipo, engaño. Ya ni vislumbramos lo maravilloso entre la suciedad gris de las calles. Desde que nacemos nos agarran manos de extraños, principio de una cadena humana de la que no podemos escapar.

Como dijo Ortega y Gasset, "Un tigre nace siempre un primer tigre, pero un hombre jamás nacerá Adán".






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