jueves de gasolina



Tuve un sueño en el que eras real.
Había gasolina, explosiones, pastillas, música del infierno.
Las puertas de los bares ardían
protegidas por leones ciegos
y proxenetas con tridentes.
Había muertes, también, pero todos resucitaban- tuve
un sueño donde
te tuve pero
desperté y ahora la gasolina
sólo está en los coches.

Pero arranco el motor aunque a veces no me lleve nada entre las manos.
Tener cuidado sirvió de muy poco.
Se debe acelerar siempre que se pueda,
pero sin causar desastres.
Soñar de nuevo con la magia
los gritos prohibidos
aquellos tragos de más
entre lágrimas
brindando por ganar la batalla
cuando todos los caballos de guerra habían muerto.

Saqué dentro del sueño la cajetilla 
pero estaba vacía
traté de liarme uno con hierba del parque
calcinado por la batalla
pero desperté
junto al cenicero lleno
de colillas del jueves
y la música del vecino
hacía ladrar al perro.

Creamos mundos a partir de canicas más pequeñas que nuestros ojos.

Quería tenerte. Yo quería tenerte.

Pero pierdo muchas veces aunque gane otras tantas.
Nunca voy a lo seguro. Siempre juego. Por eso
gano tanto, pierdo tanto. Pero no cambiaría por nada
esa incertidumbre magnética.

No quedaban balas para disparar, ¿lo puedes creer?
Y aun así fui a la guerra.

Tuve un sueño. Sigo soñando.








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