real realidad VS la realidad hechizada

Una gloria de verano como la que sólo los niños pueden sentir; entra jazz por mi ventana,
mis cigarros se acaban; no debería fumar, cuando era niña y era verano me
decía: yo nunca fumaré; ahora jazz y noches y un cigarro de más entre tantos
coches.

Tengo fuerza; el sol hoy es rojo porque ya he visto la sangre, el cielo es amarillo porque ya he conocido la mala suerte, estoy en el desierto de las palabras
que me regalaron aquellos que ya no están, que me prometieron un "hasta siempre" y
hoy miro alrededor y estoy sola en una fiesta que se acaba,

-¿Dónde se han ido todos? -pregunto al barman, que limpia la suciedad de los otros.
-La fiesta se ha acabado, -él, con un smoking rojo, va quitando las copas vacías de la mesa- ya no queda nadie.
-Pero... si la noche acaba de empezar...
-Muchos prefieren el sol por miedo a la oscuridad. Deben estar durmiendo para ver amanecer.

Beso al camarero y salgo por la ventana: sigo escuchando el jazz,
corro hacia él como si fuera una voz hechizada que me pidiera unos labios ardientes,
y veo a unos niños fumando, junto a un coche, como si fueran los niños rebeldes de Pinocho que se convierten en burros,
y me dan ganas de llorar; todos llevan globos, y amanece: un sol rojo, ya no somos niños,
me doy la vuelta y veo Madrid, ¿cómo no? Y se acaba la música,
se van los niños, el barman se convierte en un árbol, el mismo en el que, ahora,
apoyada contra él, en la real realidad,
escribo esto en mi móvil LG pasado de moda.

dedicado a rayados mentales, fumados, gente perdida, adultos que quieren volver a ser niños, niños que se sienten adultos, personas que no se encuentran, gente que se encontró hace ya demasiado.