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Me he perdido en lo que nunca tendré.

Me he sentado a contemplar todo aquello que convertí en drama cuando sólo era un milímetro de tristeza pegado a mi piel.

He vuelto a pensar que todo era demasiado importante. Y en realidad lo que importa es no perderme por no perder lo que tiene un trasfondo de verdad.

He vuelto a comparar mi vida con otras peores para hacer de mis problemas algo menos grande. Y he vuelto a correr como si no hubiera un mañana y a soñar como si todo en el mundo fuera posible.

Por ello he vuelto a perderme en lo que nunca tendré
pero no duele; tengo todo lo que cabe dentro de un sueño
y me basta. Intento leer en edificios, libros y lugares
señales que me guíen como los videntes que ven el futuro en las palmas de las manos; pero,
al final,
cuando miro mis manos,
sólo hay líneas.