VOLVERÉ A ESTA CALLE




Yo siempre mirando a través de la ventana de mis propios ojos, coleccionando imágenes que aparecen ante mí como divinidades callejeras. Y analizo las cosas para tratar de entender mi propia soledad. Yo siempre, para entender el mundo (o, más bien, mi mundo) anduve mirando las cosas de la vida, esas mismas que puedes encontrarte andando por aceras, parques y valles: el que es guapo y lo sabe, las mujeres sin gracia, la colección de aquellas cosas que pudieron ser y no fueron, todas las pequeñas obsesiones de las personas que suman los delicados delirios de la humanidad, conjuntamente, como el nido de una cigüeña. Todo aquello que duele más que un balazo, dentro del pecho, muy dentro. La profundidad. No dejar de ser nosotros. No perdernos. No dejar de entendernos.  No dejar que lo perdido, dibujado en la belleza de los años, nos haga encogernos dentro de nuestro propio mirar. Aprender que el pasado es sólo una luna que siempre va a mirarnos desde lo alto, pero que nunca podremos volver a tocar; que quienes nos dejaron en el camino son como huellas en la arena, algo que queda dibujando un surco en lo pisado. Y amar, y perder, y mirarnos en el espejo de nuestros propios ojos y seguir preguntándonos todas aquellas cosas sin respuesta. Salir a la calle, mirar una luz, pero ver una estrella. La mirada de bobos que se nos queda al acabar de ver una película. Los besos en el metro. Las fotografías de guerra que nos enseñan que todo podría ir mucho peor en nuestras vidas. Nuestro egoísmo a pequeños palmos. Nosotros. Y el amor, también el odio envasado al vacío en tarros de la memoria más traicionera. Y los perros que pasean por parques, y sus dueños que viven solos. El tiempo. Los relojes. Sobretodo las muñecas que los portan, las miradas que se detienen a mirar las manecillas, esos pasos en la vida, un segundo menos, algo más que hemos aprendido. Y nuestros sueños. Por supuesto, que ellos no falten. Ni tampoco la alegría de vivir mientras no haya un tsunami.





Comentarios

  1. Espero que mientras todo te pasa por esa cabecita, te de tiempo también a sonreír, pues nunca sabes cuando habrá un tsunami.

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  2. Y que tendran tus textos que cada vez que los leo me sorprenden y me devuelven las ganas de escribir. Cuanto me gustaria ser esa apoyada en el tronco del arbol del parque de debajo de su casa que escribe sin problema aquello que anhela o le desespera; que le alegra y que le llena. Algun dia, de mientras te seguire leyendo siempre que pueda. Gracias por escribir :)

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