caniche





Estaba sola.
Fumaba y bebía una caña. Miraba la vida pasar. La calle era elegante, como las que me gustan, aunque también me gustan las demolidas y decadentes. Me recuerdan que el mundo es imperfecto. Pasó ante mi mesa una mujer altiva con un caniche peinado como si fuera un algodón de azúcar. La conversación de la mesa de al lado se entremezcló con la espuma de mi cerveza y la voz cursi de aquella chica vino a mí como un fragmento gracioso de película antigua. Sólo decía tonterías, con una voz insoportable. Hablaba de la gente. A la gente le encanta hablar de la gente. Sobretodo hablar mal, y meter mierda. Hablar de otras personas constantemente... menudo coñazo. No lo aguanto. "Los demás". Prefiero incluso hablar de la guerra, o de fútbol, porque de fútbol no sé nada. Por eso. Me lo inventaría, y quedaría mal, pero no me importaría. Porque prefiero una gilipollez a una verdad aburrida. Y el fútbol es aburrido para mí. Un coñazo. Aunque lo prefiero antes que hablar de la gente. Aunque es lo mismo, pensándolo bien. Es realmente hablar de gente chutando un balón. Entonces, casi todo es hablar de la gente. Si hablo de política también, o de arte porque hablaría de artistas, o de ciencia porque hablaría de creaciones humanas... no puedo escapar del aburrimiento, entonces, si todo es hablar de otra gente. Bueno, si hablo de calles no hablo de la gente. Por eso recalco que la calle era elegante, y me encantan las calles así, sobretodo mirarlas, y no hacer nada durante una hora mientras el mundo a mi alrededor se va a la mierda. ¿Y qué le voy hacer? Me encantaría ser superheroína, pero no tengo superpoderes. Limitémonos a ver como todo lo precioso se va al garete, como las calles en ruinas, y decadentes. Algún día viviré en una de ellas. También recuerdo que era primavera, y que fumaba, desgraciadamente, Camel Blue, sólo por la tontería de que la cajeta es azul, y pensándolo bien ahora estoy hablando de mí y no me apetecía hablar de la gente. Pero, ¿yo para mí soy gente? Ahora el coñazo soy yo, con tanto lío. El caso es que bebía una caña, y que no me apetecía hablar de la gente. Por eso estaba sola.


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