NADIE SABE

Ligero el tiempo como la pluma de un ave
Y a veces violento como el ojo de un huracán
Tus ojos mientras crepita el mundo y muere ante nuestra ceguera
Entonces tú en mi mundo eres que el mundo más grande.
Viviendo así los lunes, las tardes y sus desfiles de gentes,
Así los cafés a las salidas de todos los lugares.
Los veranos con sed de más
Morir poco a poco
Vivir velozmente
Tú. Tú y haberte perdido, haberme encontrado en mis propios ojos
Después de buscar en los de otro.
Haberme destrozado.
Haber renacido súbitamente de mis cenizas al sentir el pálpito del crepúsculo
anunciando a voces calladas
las noches salvajes.
Navego en mil ojos. No vuelvas
entonces. Que vuelvas es irte después
y yo no sabría volver a tu ausencia:
No si me encuentro hoy,
porque no quiero desencontrarme - perderme sabiendo el porqué;
aprendí a andar por la cuerda floja, pero no la tenses-.
El tiempo me crea en las horas
yo participo de su arte; preguntarme por qué el tiempo es cruel
y no saber
si él nos eleva o nos frena
-luego pienso, la vida sólo el tiempo la frena
pero sólo él la acuna en su existencia-.
Tú. Haber amado
Y haber aprendido. Entonces el futuro carga su metralla.
Un todo. Un nada. Un quizá la eternidad
o un nunca más. Nadie sabe.

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