EL AZUL DE LA VIOLENCIA


Yo sólo quería pilotar el avión de la vida. Planear sobre el océano con una inmensa aeronave de metal, y poco a poco aligerarme, notar cómo mis alas pesadas se transforman en membranas, para acabar siendo un ave. Y alejarme de la ciudad, de las angustias encerradas en botellas de vidrio, de las pantallas abusivas. Mojarme en el mar, olvidar por un momento que tú siempre fuiste Poseidón y yo la espuma de las olas.

Pero ahí estaba la muerte, el mal, los niños que mueren en la guerra apareciendo cada noche en mi casa por la ventana del telediario, la sangre, para decirme con sus ojos vacíos que nadie va a escaparse volando.

Yo sólo quería no ser más una de tus partes, disgregarme entre el éter naranja del amanecer, fundirme con el tiempo para ser eterna pero inconsciente, como las horas. Olvidarte, y para ello antes olvidarme. Ser aire. También olvidar que una vez fuimos la misma materia en este espacio-tiempo, olvidar la violencia con la que el mundo alza sus puñales, olvidar cómo por ti maté mi tiempo y mis propias ideas acerca de lo que era correcto. Hasta logré perderme por buscarte cuando estabas en un recoveco donde habría sido imposible encontrarte.

Yo sólo quería dejar de pensar porqué el funcionamiento de las cosas tiende a ser tan enrevesado, tan lejano a mi poder. Quería entender porqué no podíamos cambiar el mundo. Conseguí entenderlo. Lo que pasa en un volcán de la otra parte del planeta no depende de nosotros. Por eso yo sólo quería volar sobre el mar al ras de su azul, olvidar que nada es eterno menos el tiempo. 

Yo sólo quería olvidar que tú eras dios, para re-aprender que dios
no existe.



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