ENAMORARSE


Se habían encontrado por internet y por fin se conocían en una cafetería. 
Hablaban de música, de banalidades, de su rutina a grandes rasgos. Creían estar conociéndose. Pero quedaban los más vergonzosos secretos guardados bajo llave. 

Ella seguía jugando a las Barbies, había mantenido una relación con un camello de heroína de mala calidad, se masturbaba en secreto con porno hardcore y bdsm, una época estuvo enamorada de su primo, alguna que otra vez se había autolesionado, se veía gorda y por ello no cenaba muchas veces, su padre le había pegado en la niñez, sacaba poco a su perro por pereza, había vendido las joyas que su abuela le había dejado en herencia para irse a Ibiza de fiesta con sus amigas, de pequeña le hizo bullyng a la niña gordita de clase.

Él a los veinte se acostó con una chica de catorce, bebía ginebra en su piso a diario, se había replanteado más de una vez su sexualidad, se masturbaba frente al espejo, leía poesía en secreto y lloraba al susurrar en su cama versos de John Keats, llevaba una semana sin fregar los platos, escuchaba Rafael, tenía una hipocondria que no le dejaba vivir al sentir que cada tos era cáncer de pulmón y cada mancha en la piel SIDA, se había acostado con la hermana de su mejor amigo en secreto, decía ser gerente de un restaurante y era camarero.

Pero creían estar conociéndose. Cada uno contó la mejor y más aceptable versión de sí mismo. Y se enamoraron.



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