ESTRELLAS DE CERA


Apartado del mundo sobre una balsa

miraba las estrellas de cera derretirse sobre el cielo; suelos de tierra
edificios de mar
algas de madera
una espera común; abajo unos duermen
arriba se reza
el mundo despliega sus alas
de grandeza.

Dos mundos, cuatro mitades; la más álgida es

corona -esplendor del nacido- la paupérrima es
una cama en la tierra.

Subimos a taxis, gritamos ante el televisor;

lloramos con películas y rogamos acción; mis dedos así
se accionan sobre letras, construyéndote,
recreando al mundo, imaginando uno nuevo; déjame tocarte
con mis palabras, pues pueden viajar. Tú estás lejos
en una cueva de silencio. Te pienso y apareces
envuelto en las palabras que nunca dirás. Por eso
te escribo igual que reescribo el mundo en el que juntos
debemos vivir a pesar de los incendios;
construyo ríos de palabras,
sus afluentes son tus ojos
que me miran, buscándome en el mundo; pero estoy
enredada en lo imposible
y en la espera de un futuro incierto
en un cierto presente. Tú me preguntas
si la arena del mar esconde el secreto de los peces. Yo
te digo
los peces nos esconden
pues antes fuimos ellos
y luego fuimos aves. Y volamos: algo queda. Queremos 
despegar
ser libres -lo fuimos de la mano, ¿verdad? Tú, tus ojos
y mis palabras en tus labios- lo impronunciable
se hace juicio.

Miramos al planeta por un telescopio roto. En sus grietas

tratamos de encajar. Un puzzle abstrato
como una mariposa sin ala
una sonrisa sin labio
un mañana sin sol; así te quise: sin saberlo
y el amor sin conciencia de sí mismo
es algo tan roto como inmenso.

Así puedo pronunciar con mis palabras
rota pero entera: te quise
como aman los ciegos al mundo: por su verdad
y no por su apariencia.


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