CARA Y CRUZ. LAS DOS CARAS DE LA MONEDA



Las ciudades dormitorio son lo mismo que ciudades dormidas. Me encanta despertar en el extrarradio sin el ruido pesado y turbulento del centro de la ciudad.

Me gustas tanto. Me quedaría contigo toda la noche, gran parte del día. Eres el enigma brutal que se abre a mis pies: emocionante, indescifrable, te quiero cerca para leerte como el mapa de una isla secreta. No soporto tu frialdad, la distancia con la que a veces empañas la magia que tanto gusta columpiarse entre nosotros cuando la dejas; me mata la tristeza añil que vive en tu mirada, para quedarse lenta, saberse amarga.

Odio el machismo que hay en el mundo. Me estremecen las cifras de mujeres explotadas por proxenetas en Colombia. Tengo ganas de llorar cada vez que sale una noticia de violencia de género en el diario. Me da asco cuando me miran como un maniquí al que tumbar sobre una cama. No soporto los insultos a mujeres que no existen para el sexo opuesto. A veces pienso que ningún insulto debería existir. Agradezco nacer en esta era: las mujeres podemos votar y "hemos salido de la cocina" cargadas de fuerza". Cada vez se difumina más la desigualdad de géneros, parecen calmarse las aguas de la violencia sexista. Gracias, sufragistas, y demás personas que hicieron de este mundo un lugar menos opresor, y más humano.

No soporto la música de lata, que mueran poco a poco los cantautores como figuras de poeta. Kiss f.m, los 40, contaminan con toda esa música de lata a nuestra generación. El reaggetón me parece basura. Ya nadie escucha Mozart. Tampoco creo que quien no escuche Mozart no tenga cultura musical. Simplemente me da rabia la música basura, que no haya un nuevo "The Doors", "The Smiths", que la voz artística de los adolescentes sea Niki Minage (me da igual haberlo escrito bien o mal) y no un nuevo Nirvana. Me encanta Britney Spears y su "Hit me baby, one more time". Vale que no sea una obra de arte, pero no todo debe ser alta gastronomía, también la comida basura es una delicia barata a la que no debemos renunciar. Beyoncé es una diva, una genia brillante. Me encanta oír bachata de vez en cuando, en el coche, cuando sorprende desde la radio y tampoco molesta. Lady Gaga es un personaje fabuloso lleno de arte y pasión por lo que hace. En España están emergiendo artistas jóvenes como lava de volcán y yo digo"por fin, arden los escenarios". 

Soy feliz la mayor parte del tiempo. No tengo miedo a soñar alto, a volar, a ponerme metas grandes, a reconocer mis errores en una lista trazada en el aire para tacharlos con nuevos actos que me hagan superarme. Este mundo imperfecto me reta. Me hace querer cambiarlo y con él transformarme. Quiero salir, beber en barras de bares, entrar en conversaciones de desconocidos como siempre me ha gustado hacer, coger un tren a ninguna parte, viajar barato con una mochila sin miedo a perderme para luego encontrarme. Creo en los destellos de magia que alumbran los días y que prenden en sí mismos la vida de una llama inexplicablemente hermosa. A veces siento que viajo en una nave espacial a la constelación de Orión y nadie puede frenarme. Caigo muchas veces. Me deprime el color gris con el que a veces viste en mundo. El telediario me deprime. Esta sociedad económica poco premia a jóvenes artistas que quieren hacerse un hueco en el mundo laboral con sus creaciones. No puedo negar que a veces soy profundamente existencialista y contamino mi propia paz interior pensando en la maldad humana, los desastres del pasado, lo mucho que estropeamos el planeta. Caigo con facilidad. Soy fuerte, éso creo, pero tan sensible que a veces no es que vea el vaso medio vacío (siempre odié esa metáfora), es que siento que se vació el vaso y se llena de nuevo de un líquido que no puedo definir. Sólo sé que no me apetece probarlo. Oigo Tchaikovsky en mi cuarto fumando camel (tantas veces creí haber dejado de fumar, y siempre caigo) y sus violines apoteósicos me acompañan en el llanto seco que inunda mi suelo. Inestable, melodramática, idiota. No me estoy muriendo de cáncer, ahora mismo no tengo tragedia señalable. Y de la nada construyo muros que consiguen cegarme.

Fumar mata, y éso me parece terrible. Qué bien sienta ese cigarro que relaja los nervios, mirando una puesta de sol, sin temer a la muerte.

Qué mundo tan deplorable, qué crueldad humana ha llegado a escribirse en la Historia, menuda raza inútil somos, que se carga el medio ambiente. Pienso que existió el nazismo y me digo, "¿cómo fuimos capaces de perdonarnos éso como especie?". ¡Amo la humanidad! En los libros de Historia hay magia encerrada. Hemos trazado caminos brillantes, creado palacios, museos, civilizaciones esplendorosas, obras de arte, movimientos sociales que hicieron el mundo mejor. Tantas personas han salvado vidas heróicamente... Pienso en el invento del cine y se me inunda el alma. Pienso que existió Schindler y vuelvo a tener fe en la humanidad.

Qué rabia me dan aquellos que en mi espalda clavaron sus puñales; a veces pienso en ellos y sólo me apetece vengarme. ¡Traidores, existísteis! Me hicísteis fuerte, guerrera vencedora de mil batallas, aprendí de vuestros errores al veros ser peores personas.

No me gusta escribir y exponerme, como desnudarme a ojos ajenos con palabras. ¿Por qué lo hago? Siento la llamada de la inspiración, y no me queda más maldito remedio que sentarme a escribir mis idioteces. A nadie le importan. Siento que hago el bobo, que me expongo sin necesidad alguna. Es casi un egocentrismo no planeado, pero ciertamente osado y repelente. Si pienso en cuántas veces escribir me salvó la vida (a veces, inevitablemente, soy grandilocuente) como un desahogo literario que deja para siempre vivas mis palabras. Me gusta pensar que alguien me lee, que queda en ésa persona un nuevo sabor de boca. Me llena, de vez en cuando, no partir a escribir desde la ficción, y trasncribir mi verdad en la prosa. Libera mi corazón pirata de ciudad dormitorio, aunque nunca duerme: nunca dormirá mientras quede la palabra.






Comentarios

  1. Son casi las 6 y yo también vuelvo a mi ciudad dormitorio, fuera del ruido del centro (que me encanta por otra parte). Has escrito como fumando ese Camel, a veces dejando salir el humo lentamente y otras soplando con rabia. Te entiendo porque yo también necesito escribir algo de vez en cuando, aunque sepa que nadie me lee. Por cierto, me quedo con U2 y Radio Futura.

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